unfoldingWord 45 - Felipe y el Oficial Etíope
Disposisjon: Acts 6-8 _Una historia de la Biblia en: Hechos 8:26-40_
Skriptnummer: 1245
Språk: Spanish
Publikum: General
Hensikt: Evangelism; Teaching
Features: Bible Stories; Paraphrase Scripture
Status: Approved
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Skripttekst
Uno de los líderes en la primera Iglesia fue un hombre llamado Esteban. Tenía muy buena reputación y estaba lleno del Espíritu Santo y de sabiduría. Esteban hizo muchos milagros y razonaba con persuasión diciendo a la gente que debía creer en Jesús.
Un día, cuando Esteban estaba enseñando sobre Jesús, algunos judíos que no creían en Jesús empezaron a discutir con Esteban. Se enfadaron mucho y mintieron sobre Esteban a los líderes religiosos. Dijeron “¡Le hemos oído hablar malas cosas sobre Moisés y sobre Dios!”. Así que los líderes religiosos arrestaron a Esteban y le mandaron ante el sumo sacerdote y otros líderes de los judíos, donde más falsos testigos mintieron sobre Esteban.
El sumo sacerdote preguntó a Esteban “¿Son verdad todas estas cosas?!” Esteban les contestó recordándoles muchas de las grandes cosas que Dios había hecho desde los tiempos de Abraham hasta el tiempo de Jesús, y cómo el pueblo de Dios le habñia desobedecido continuamente. Entonces dijo: “Vosotros, gente obstinada y rebelde siempre rechazáis al Espíritu Santo, igual que vuestros antepasados rechazaron a Dios y mataron a sus profetas. ¡Pero vosotros hicísteis algo aun peor que lo que ellos hicieron!. ¡Matastéis al Mesías!”.
Cuando los líderes religiosos oyeron esto, se enfadaron tanto que taparon sus oídos y gritaron en alta voz. Arrastraron a Esteban a las afueras de la ciudad y le arrojaron piedras para matarle.
Mientras Esteban moría gritó: “Jesús, recibe mi espíritu.” Cayendo sobre sus rodillas, volvió a gritar: “Maestro, no tengas en cuenta este pecado contra ellos.” Entonces murió.
Un joven llamado Saulo estaba de acuerdo con la gente que mató a Esteban y guardó sus vestidos mientras ellos le arrojaban piedras. Ese día mucha gente en Jerusalén empezó a perseguir a los seguidores de Jesús, así que los creyentes huyeron a otros lugares. Pero a pesar de ello, predicaban acerca de Jesús dondequiera que iban.
Uno de los discípulos de Jesús, llamado Felipe fue uno de los creyentes que huyó de Jerusalén durante la persecución. Fue a Samaria donde predicó sobre Jesús y mucha gente fue salva. Entonces un día, un ángel de Dios dijo a Felipe que fuera a cierto camino en el desierto. Mientras marchaba por el camino, Felipe vio a un importante oficial de Etiopía yendo en su carro. El Espíritu Santo le dijo a Felipe que fuera y hablara a ese hombre.
Cuando Felipe se acercó al carro, oyó al etíope leer lo que el profeta Isaías había escrito. El hombre leía: “Ellos le llevaron como un cordero para ser matado, y como un cordero calla, él no dijo ni una palabra. Ellos le trataron injustamente y no le respetaron. Ellos tomaron su vida, quitándosela.”
Felipe preguntó al Etíope: “¿Entiendes lo que estás leyendo?” El etíope contestó: “No. No puedo entender a menos que alguien me lo explique. Por favor ven y siéntate a mi lado. ¿Está Isaías escribiendo sobre sí mismo o sobre algun otro?”
Felipe le explicó al etíope que Isaías estaba escribiendo sobre Jesús. Felipe también usó muchas otras escrituras para contarle las buenas buevas de Jesús.
Según viajaban Felipe y el etíope llegaron cerca del agua. El Etíope dijo: “¡Mira! ¡Ahí hay agua! ¿Puedo ser bautizado?” Y dijo al conductor que parara el carro.
Así que bajaron al agua, y Felipe bautizó al Etíope. Después de salir del agua, el Espíritu Santo se llevó repentinamente a Felipe a otro lugar donde continuó hablando a la gente de Jesús.
El Etíope continuó viajando a su casa, feliz por haber conocido a Jesús.