Enseñen a Todas las Naciones
Grandes lignes: Begins with great commission then obedience to the commission. Paul and Silas in Philippi and the subsequent imprisonment, singing, earthquake and conversion of jailor. Acts 16:16-34. Challenge to witness and not be ashamed of the Gospel.
Numéro de texte: 226
Langue: Spanish
Thème: Christ (Authority); Character of God (Power of God / Jesus); Living as a Christian (Witnessing); Bible timeline (People of God)
Audience: New Christian
Objectif: Teaching
Features: Monolog; Bible Stories; Paraphrase Scripture
Statut: Approved
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Corps du texte
Después de que Jesucristo resucitó de entre los muertos, pasó muchos días enseñándoles a sus discípulos.
Les dijo: “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra; por tanto, vayan a todo el mundo y enseñen a toda la gente las palabras que yo les enseñe. Y díganles que he resucitado. El que cree será salvo, pero el que no cree será condenado. Y yo les prometo estar con ustedes siempre”.
Poco tiempo después Jesús subió al cielo.
El apóstol San Pablo era uno de los que cumplió con ese mandato.
Con su compañero Silas viajó por todas partes predicando el evangelio.
Un día llegaron a un pueblo llamado Filipos.
Allí estuvieron enseñando a la gente por varios días.
Algunos creyeron pero algunos se levantaron en contra de Pablo y Silas.
Entonces los agarraron a los dos y los llevaron a los jefes.
Los jefes mandaron que fueran azotados y encarcelados.
El carcelero los metió en la celda más adentro de la cárcel que era muy grande.
Y los amarró con cadenas.
Aunque Pablo y Silas habían sufrido mucho, a la media noche empezaron a orar y cantar a Dios.
Los otros presos escucharon con mucho interés.
De repente vino un gran temblor que sacudió los cimientos de la cárcel.
Las puertas se abrieron y las cadenas de todos los presos cayeron.
El carcelero se despertó y tuvo mucho miedo porque pensó que los presos habían huido.
Entonces Pablo le llamó diciendo: “No te asustes, Estamos aquí todos”.
El carcelero se acercó, se arrodilló y le dijo a Pablo: “¿señor, que debo de hacer para ser salvo?”.
Pablo le contestó: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa”. Entonces el carcelero los sacó de la cárcel y llevó a Pablo y a Silas a su casa.
Allí los sacó de la cárcel y llevó a Pablo y a Silas a su casa.
Allí les atendió sus heridas y les dio de comer.
Pablo y Silas también enseñaron la Palabra de Cristo a los de su casa y todos ellos creyeron en el Señor Jesús.
Así fue como Pablo y Silas cumplieron con lo que mandó Jesucristo.
Y Cristo cumplió con su promesa de estar con ellos ayudándoles.
En otra ocasión Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio, porque es el poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree”.
Y también dijo: “Nos es dado no sólo creer en Cristo, sino también sufrir por Él”.
También es importante recordar las palabras de Cristo cuando dijo: “El que hablare en mi favor a la gente, yo también hablaré en su favor a mi Padre que está en el cielo. Pero el que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de Dios que está en los cielos”.